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Carles Prats revive el cine de los años 60 y 70 en Almería a través de la memoria emocional de los figurantes

No vigente.

     Cuenta Paco Barrilado, especialista almeriense, en el documental ‘El Bueno, la Bomba y el Malo’, que había días en los que participaba hasta en cuatro películas a la vez. Era la edad dorada del cine en Almería, los años 60 y 70, cuando sus paisajes eran testigos de grandes producciones y en los que la provincia se convirtió en uno de los principales platós mundiales de la industria cinematográfica. Carles Prats ha recuperado la memoria mítica de estas dos décadas a través de los recuerdos de figurinistas y otros almerienses que participaron en los rodajes. A ellos se agregan experiencias de los directores Joaquín Romero Marchén, Antonio Isasi y Edi Fowler, que cuentan las dificultades y a la vez la felicidad que se vivió en aquella época.

     El director del XVI Festival Internacional de Cortometrajes de Almería, Enrique Iznaola, manifestó anoche, en la presentación del trabajo en el Teatro Apolo, que “iniciamos una nueva actividad en FICAL, con la que queremos abrir una ventana al cine documental, aquellos trabajos que de alguna manera tienen que ver con Almería”. A su lado, Antonio Jesús García, profesor de la Escuela de Artes y fotógrafo, destaca que “del documental de Carles Prats valoro especialmente que pone en primer plano a los figurinistas y personajes secundarios”.

     Carles Prats explica que “en el año 2000 cuando decidimos rodar el documental apreciamos que de la época dorada del cine en Almería habían quedado algunos poblados del Oeste, pero no había cuajado más, cuando medio mundo reconoce el paisaje almeriense por las películas rodadas en la provincia. Aquí recuperamos la memoria mítica de aquella época”.

 

Como en familia

     Una de las principales conclusiones del documental es que en Almería los profesionales de las superproducciones se sintieron como en casa. Eran tratados como uno más, sin el aura de estrellas, y eso les liberaba y permitía vivir de forma relajada. Así lo reconoce el director Joaquin Romero Marchen, que vivía durante el rodaje en un modesto hostal, “comíamos con ellos y convivíamos de forma sencilla, y muy familiar”.

     Así surgen múltiples anécdotas contadas por la gente que compartió el día a día con ellos, como de Anthony Quinn al que “le gustaba cuidarse físicamente y venía en bicicleta desde el rodaje y hasta la casa que había alquilado en El Zapillo, seguida de un coche de producción, y cuando se cansaba se subía al coche. Pero la mayoría de veces llegaba en bicicleta al destino”, explica un vecino Y luego, se arreglaba e iba a tomar algo al bar Los Cármenes, que se llenaba de almerienses que querían charlar con él”. O John Lennon que tranquilamente se tomaba una copa en un bar, tras los rodajes; y mientras llegaban autobuses de otras provincias con fans, los lugareños lo trataban con absoluta normalidad. O el propio Edi Fowler, que iba con su Rolls&Royce a los rodajes cruzando las ramblas del Desierto de Tabernas.

     El título es un guiño a la popularidad del western ‘El Bueno, El Feo y El Malo’, y la coincidencia de la bomba de Palomares, que no afectó a la continuación de los rodajes.

     ‘Patton’, explica Carles Prats, “fue la última gran superproducción que se rodó en Almería y luego llegó una época de letargo, en la que los poblados del Oeste cambiaron a los actores por los turistas que crecían en la provincia”. Ahora, gracias a acciones como FICAL “se está recuperando y estructurando el sector de rodajes en Almería”, apostilla el director del documental y especialista en la materia.

 

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